Clausura del XXIX Festival de Danza Internacional "José Limón"

El talento y habilidad corporal del Ensamble José Limón logró cautivar al público en el cierre del Festival Internacional de Danza José Limón en el Teatro del IMSS con la ejecución de las tres obras: "La casa de Carteros", de Aura Patrón; "Viajes del alma", de Cecilia Apleton, y "Dos pasos", de Mauricio Nava.

La fiesta de arte corporal inicio con la coreografía “La casa de Carteros”, pieza con la que Aura Patrón ganó el Premio Culiacán de Coreografía 2014.
Esta puesta, es una evocación de los recuerdos de infancia de la bailarina y coreógrafa mazatleca, sus visitas a la casa de los abuelos en Guadalajara, que se encontraba en la calle de Carteros.

En el escenario se postraron las dos jóvenes artistas que recrearon el mundo cerrado de dos mujeres, sus tías abuelas, presas de prejuicios, víctimas de su autoflagelación, de su autorepresión, de no dejar volar su feminidad ni sus sueños.

La escena fue recreada con una barrera de flores y el aspecto manifestó lo antiguo. Con bien ejecutados pasos Wesly Miroslava Morroquín y Dalila Medina, logran desnudar esas dos almas rescatadas de los recuerdos de Aura Patrón y las convierten en un poema construido de cosas bellas pero que contienen en su interior el pequeño infierno de la soledad, de la autorepresión, del vacío.

Acto seguido, el teatro se engalanó con la presencia de la recién galardonada con el Premio José Limón por trayectoria, la bailarina y coreógrafa Cecilia Appleton, quien se deja habitar por las evocaciones con su obra "Viajes del alma", y con solo una maleta y su imponente talento en escena, logra extraer de su equipaje sus recuerdos más emotivos y cada incursión sobre el objeto se convierte en la expresión corporal de ellos.

Para cerrar este último día de actividades se presentó la pieza “Dos pasos”, de Mauricio Nava, quien a través de la danza solicita lo que todo ser humano necesita; un abrazo.

La pieza estuvo cargada de emoción y con movimientos exactos con tres bailarines, apoyada con voz en off y una lámpara sostenida por un bailarín que ilumina la escena en movimiento, todo con un solo objetivo, mostrar al público mediante el lenguaje corporal la necesidad del ser humano de permanecer en contacto con el otro para conservar el sentido de la vida y el equilibrio emocional.

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