Con la muerte de Morelos, la lucha por la independencia pareció decaer, ya que sólo quedaban movimientos aislados pero de gran importancia por quienes estaban al frente de éstos, entre ellos estaban Guadalupe Victoria, Vicente Guerrero.
En 1820, la Constitución de Cádiz fue restablecida en España, lo que propició que algunos sectores de la sociedad novohispana -opuestos a ella porque afectaba sus intereses- se levantaran en armas enarbolando el Plan de la Profesa. Para encabezar esta conspiración fue nombrado Agustín de Iturbide, quien escribió a Vicente Guerrero invitándolo a unirse a la lucha, lo cual Guerrero aceptó.
Iturbide proclamó el Plan de Iguala el 24 de febrero de 1821, el cual resultó atractivo para casi todos los novohispanos pues, de alguna manera, beneficiaba a distintos grupos sociales.
Dicho plan proponía una monarquía limitada y separada, lo que complacía a quienes buscaban la autonomía con respecto a España. Además, preveía que los funcionarios del gobierno conservaran sus empleos y jerarquías, ganando así el apoyo de la burocracia novohispana.
El 24 de agosto, O´Donojú, Teniente General de los Ejércitos de España; e Iturbide, Primer Jefe del Ejército Imperial Mexicano de las Tres Garantías; firmaron los Tratados celebrados en la Villa de Córdoba. Estos tratados reconocían al Plan de Iguala y, por lo tanto, la Independencia de México, así como el fin de la dominación española, además de la existencia del Imperio Mexicano como Nación Soberana e Independiente.
El primer acto de la Junta Provisional Gubernativa, consistió en decretar el Acta de Independencia del Imperio Mexicano cuyo primer párrafo estipulaba.
“La nación mexicana que por trescientos años, ni ha tenido voluntad propia, ni libre el uso de la voz, sale hoy de la opresión en que ha vivido”.