Edición 2016 | No. 32
Michael Phelps, de sufrir bullying a ser el deportista más laureado de la historia
El mundo es imperfecto y la vida confusa pero existe un lugar sagrado donde los hombreas han creado un orden absoluto que cancela momentáneamente las necesidad cotidianas. Una piscina olímpica. Un templo. Para Michael Phelps, siempre lo fue el estar bajo el agua. El deportista más laureado de la historia de los Juegos Olímpicos, quien marcó un antes y un después este jueves 11 de agosto del 2016 batiendo un record de más de 2,000 años instaurado en la Grecia Antigua por Leónidas de Rodas, en el 152 a.C. quien lograse 12 títulos individuales en natación, que terminó siendo abatido con 13 por Phelps.
Pero no todo ha sido gloria en la vida de Michael Phelps, de pequeño sus padres se divorciaron, sufrió déficit de atención e hiperactividad (TDAH), por ejemplo Deborah Phelps, madre de Michael Phelps, comentó en alguna oportunidad que la maestra de su colegio le hizo una revelación que siempre recuerda: “Su hijo nunca llegará a concentrarse en algo”, además, sufría bullying por sus extremidades más grandes de lo común. Todo ello, se olvidaba a la hora de tocar el agua de una alberca.
Con varios problemas que comúnmente sufren los niños en su crecimiento, Phelps encontró la salida de ello y la natación se convirtió en su vida. Una vida que lo llenó de victorias y medallas, sin embargo, no lo exentó de los vicios y la infelicidad. En 2014, el campeón de los juegos olímpicos de Londres 2012 fue detenido por conducir borracho al salir de un casino en Baltimore. Lo procesaron. Lo inhabilitaron para competir. Cumplió la sanción. Pasó por un largo proceso de rehabilitación. Dijo que había cambiado y que volvería a competir para despedirse en Rio tal cual era.
El Tiburón de Baltimore cumplió su palabra, conquistó 5 oros en Río 2016, a lo que dijo “Lo que ha cambiado en mí es lo que ven”, dijo este domingo en la madrugada de Rio, antes de abandonar el centro acuático. “Soy esto que ven. En Rio me han visto a mí. Le dije a mucha gente que el mundo vería quién soy yo. Y esto es lo que soy”. Despidiéndose así de las competencias, con un porvenir diferente al de Londres 2012, listo para reunirse con Nicole y Boomer para sumergirse en las profundidades de la existencia anónima. A su edad, ya sabe con certeza que fuera del templo de la piscina, donde siente que puede ser él mismo, ser él mismo es más difícil.
Sin duda, una muestra de la grandeza de una figura, la decadencia de la misma y el renacimiento enfilado hacia la gloria. Gracias Michael Phelps.